hermandad de
LA expiración
Hermandad de la Sagrada Expiración de Cristo Señor Nuestro, María Santísima de los Dolores, María Santísima del Calvario, san Juan Evangelista y san Blas
Desde sus inicios contó con un importante número de seguidores que le permitió, al poco de su andadura, disponer de un extenso ajuar. Según inventario de 1676 contaba con campanillas para el muñidor, doce hachas, un san Juan de talla con sus propias ropas y diadema de plata, y dos parihuelas para el desfile. La primera correspondiente a la urna del Cristo de la Expiración –un crucificado de tamaño académico de barroco contraposto que hoy se venera en Los Rosales– al que acompañaban sendos ladrones realizados en pasta y conservados hasta hace pocas décadas. Y la segunda, un sencillo palio de seis varales bajo el que se dispone la dolorosa, de reciente factura, en compañía del discípulo amado. La centuria culmina con la renovación de los estatutos en 1692.
Para entonces las noticias se pierden hasta la caída de Bonaparte. Con la única propuesta de los probables rosarios callejeros que realizaría en la segunda mitad del siglo XVIII según se desprende del suntuoso simpecado rococó que aún conserva la corporación. En 1813 la hermandad se recompone con nuevas reglas, pero en circunstancias tan mermadas que en los años siguientes propone a Nuestro Padre formar una piadosa concordia que nunca llegó a gestarse. Como el resto de instituciones religiosas sufrió con las nuevas concepciones económicas de Isabel II, pero se mantuvo en vigencia gracias a la actividad fúnebre para la que dispone reglamentos propios. A fines de siglo, George Bonsor en su primera toma de contacto con el municipio retrata al crucificado sobre andas portadas por cargadores con horquillas en sus manos.
En 1911 se suprimen las parroquias históricas y la hermandad queda, de facto, al mantenimiento de san Blas. Para entonces la cofradía realiza estación penitencial el Viernes por la tarde. Dada la prolongada carestía en 1930 se fusiona de mutuo acuerdo con la Amargura, hasta que sus caminos vuelven a separarse ocho años más tarde. Gracias a las subvenciones del consistorio local, que también hace préstamo de la banda municipal, la hermandad ve la calle de manera autónoma durante los años cuarenta y empieza a despuntar. Antonio Eslava realiza el nuevo misterio y los propios hermanos ejecutan sus andas al abrigo de las modas. Todo ello costeado con esfuerzo mediante rifas y actividades realizadas en la casa de Saltillo, cedida por el ayuntamiento como casa hermandad. Con los sesenta la entidad comienza a procesionar los Sábados y sus ropajes se vuelven rojos y albos.
Impulsores de la juventud cofrade y de iniciativas de costal, con la transición su presencia ganó en el barrio haciendo del Martes Santo un día festivo para el vecindario y los aficionados a la saeta.
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA EXPIRACIÓN
Crucificado cincelado y policromado por Eslava Rubio en 1947. En su diseño responde al particular estilo estético-devocional del carmonense con clara inspiración en Ruiz Gijón. Cristo en el momento de expulsar su último aliento se eleva rígido sobre la cruz y vuelve los ojos. Eslava no dispone un sacrificio sino un éxtasis místico sobre la cruz. En su configuración original dispone los brazos sobre el patibulum sin clavazón y sin potencias. El rictus corporal contrasta con el aire barroco del paño de pureza. Forma conjunto con Dimas y Gestas, realizado por el mismo autor en 1950. En 2001 fue restaurado por María Ugarte y Carmen Suárez.
MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES
La intervención realizada en 1949 por Antonio Eslava Rubio sobre esta imagen, con retoque y repolicromía incluidos –según contempla el documento descubierto en la última restauración realizada por Victoria Torres y Carmen Montes–, hacen imposible la abstracción necesaria para su estudio académico. Si bien, no parece casar con la pieza descrita en 1676, sino que responde a una obra realizada mediada la siguiente centuria. Lo que sí es mensurable es su prolongada devoción en el tiempo, demostrada en el exvoto decimonónico de su capilla.
MARÍA SANTÍSIMA DEL CALVARIO
Obra decimonónica de procedencia desconocida adquirida por la hermandad a través de Eslava Rubio en 1959, quien también la retocaría. De rostro avegentado, tez nacarada y pómulos rosados. Las manos son factura del carmonense.
PASO DE MISTERIO
La envergadura del misterio de Eslava obliga a la construcción de unas nuevas andas. Con tal motivo, durante los cincuenta se ejecutaron parihuela, canastilla y respiraderos con medios propios. De la mano de obra de la carpintería se encargaron Rafael Maqueda, Rafael Cifuentes y Antonio Catenda, terminando ‘en fino’ el tallista sevillano Antonio Vega. Las figuras son de Francisco Morillo. El dorado y policromado de este alto canasto de cardos y acantos neobarrocos vendría después. El conjunto se ha completado en 2011 con la adquisición de la magdalena que el imaginero carmonense realizara para las Aguas en 1947.
PASO DE PALIO
Realizado con la entrada del nuevo milenio, de 2000 a 2005, desde la parihuela hasta el poyero. La orfebrería ha corrido a cargo del taller de Santos, los faldones de Antonio López, al igual que el pasado del bordado del manto. Pero la atención se concentra en las bambalinas de sinuoso perfil y el techo de palio cuyo profuso bordado neobarroco en oro y sedas ha realizado el obrador de Benítez y Roldán. El tondo central es obra de Francisco Alés de Dios.
INSIGNIAS
Una de las más importantes insignias locales, tanto por su orfebrería como por el bordado y pintura, es el simpecado rococó en el que se inserta la imagen de la dolorosa. Destaca, también, una saya donde se han aplicado los atributos pasionistas de la estola fúnebre que lucía la virgen en la misma centuria.