hermandad de la
Humildad
Antigua, Real e Ilustre Hermandad de las Benditas Ánimas y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, María Santísima de los Dolores y san Juan Evangelista
En busca de la independencia en 1610 la corporación pide a la parroquia disponer de su propia capilla; para ello intentan la permuta del antiguo habitáculo del Sagrario pero, ante la negativa del clero, terminan por disponer una nueva edificación propia junto a la sacristía que se completa con un retablo de Gerónimo Velázquez en 1644. Poco antes, en 1640, el cortejo había pasado a la mañana viendo ampliado en número de nazarenos con la aprobación de disciplinantes. Para entonces se procesionaba una imagen de papelón que representa a Cristo sedente y pensativo sobre una roca, hoy conservada en el coro bajo del convento de santa Clara, al que le acompañan cuatro ángeles plañideros realizados por José de Arce en 1656. Dicha imagen sale en procesión extraordinaria con asistencia del Cabildo en 1720 y 1734 como colofón a sendas novenas pro-lluvia.
En la primera mitad del siglo XVIII la cofradía conoce sus días más álgidos. Eleva dos retablos que dispone junto a los canceles del templo, el mariano en barroco salomónico, hacia 1690, y el cristífero en estípites, cercano a 1745. El cortejo se engrandece con una urna dorada adornada con dieciséis ángeles y faldones encarnados; un palio de cajón de seis varales con techo de terciopelo y bambalinas de flecos de oro y alamares; y estandarte corporativo. Si bien, la gran novedad fue la sustitución de sus titulares por sendas obras de talla moderna realizadas por José Montes de Oca en la década de los treinta, complementadas con los pertinentes apósitos argénteos.
Durante la siguiente centuria, entre la invasión francesa, los procesos de desamortización y el fin del régimen gremial, la cofradía quedó aparcada sin pena ni gloria. Hasta que en 1881 vio sustancialmente aumentada la nómina de hermanos y actualizó su puesta en escena, lo que a la postre sería su salvación. El cortejo se compone de nazarenos de blanco con capirote y cíngulo morado, de una centuria romana, un misterio con Jesús sedente al que le acompañan dos romanos y otra parihuela para san Juan, que se independiza de la dolorosa. La forma de financiación de todo este despliegue corrió a cargo, como en en el resto de corporaciones coetáneas, de los reglamentos de enterramiento.
La llegada de la II República supone el fin de las procesiones a cambio de cultos de gran solemnidad, no volviendo a la asiduidad de la calle hasta los cincuenta. En 1958 se fusionó la hermandad de Ánimas, a la postre advocada de la Antigua –titular de la ermita sobre la que se erige el templo actual–, y dispuso su salida al alba del Viernes con atuendos blancos hasta en el palio. A fines del siglo XX volvió al luto y a la tarde con nuevas y remozadas andas.
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA
Según las primitivas reglas «la insignia de la humildad de Nuestro Señor […] es cuando labó los pies a sus discípulos» y la de la «paciencia […] sentado en unas gradas con la mano en la mejilla». Así es como retrataron a su titular, primero en papelón –hoy en el convento de las clarisas tras una suerte de dados– y posteriormente en cedro. Esta última atribuida a José Montes de Oca y fechada en torno a 1740. La imagen posee un carácter ecléctico con reminiscencias clásicas propias de la centuria anterior. De líneas suaves, muestra a un hombre maduro de proporciones mayores que el natural y con la musculatura marcada. Su encarnadura es brillante, tendente a los tonos cálidos, sólo interrumpida por verdugones bien descritos. Se completa con apósitos de plata del siglo XVIII, a saber, potencias y corona de Fernando Gámez en 1720, y soga de filigrana.
MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES
Hacia 1733 la cofradía adquiere la dolorosa a José Montes de Oca, según atribución. La imagen responde a una mujer de edad madura con la tez pálida que trasmite cercanía y gran tensión interior a fin de epatar con el fiel. Una realidad trasmitida a través del pathos clásico y el uso de encarnaduras nacaradas que, mediante el uso de diferentes preparaciones, se encienden en sus mejillas al contacto con el calor de las velas. En su iconografía original se acompañaba del san Juan que conserva la hermandad y lucía ráfaga, corona, puñal, media luna y toalla con atributos pasionistas.
PASO DE MISTERIO
Con el nuevo milenio se ha venido edificando este conjunto en estilo neobarroco bajo diseño de Juan Manuel Bonilla. Compuesto por canastilla de madera policromada, dorada y bruñida de gran ampulosidad, decorada por cuatro relieves y distintas alegorías de vulto redondo obradas en el taller de Emilio López. Muy característico de esta pieza es el respiradero-faldón que alterna el bordado con cartelas pictóricas, así como el risco superior que se deja intuir entre prolíficos candelabros de cola. Con la nueva modificación ha recuperado simbología al disponer en el monte la calavera de Adán, el manto, los dados, el cáliz y la corona.
PASO DE PALIO
Es la concreción de más de treinta años de esfuerzos. La orfebrería, díganse varales, respiraderos y baquetón, son obra del taller de los hijos de Juan Fernández, iniciados en 1969 y concluidos en 1973. El conjunto vistió de blanco hasta que en 1984 se acertó en disponer nuevamente luto con la creación de unas bambalinas de cajón bordadas por Antonio López con finos dibujos. Para el techo se reaprobecharon los tejidos del dieciochesco paño mortuorio de la hermandad de Ánimas y para el manto se pasaron piezas decimonónicas.
INSIGNIAS
Destaca el simpecado, antiguo estandarte corporativo, cuyo bordado barroco se complementaba con un escudo de orfebrería donde ahora se dispone la Inmaculada. También son reseñables el conjunto de piezas bordadas del cortejo, obras del taller de costura de la hermandad.