hermandad de
San Felipe
Hermandad del Santísimo Cristo de San Felipe, Cofradía de Nazarenos del Señor de la Amargura y María Santísima del Mayor Dolor
En 1930 el destino de la hermandad se une al de la Expiración fusionando sus juntas de facto, que no de derecho, en una sola. Y así permanecieron hasta 1938 en que, tras la vuelta a la calle y el nombramiento de Franco como hermano mayor honorario, se vuelven a disociar. Con todo, y a pesar de los ímprobos esfuerzos propios y consistoriales, apenas ve la calle durante la postguerra. Llegando su penuria a tal extremo en 1947 que debe nombrarse una gestora y, poco más tarde, una nueva junta de gobierno que se centra en adecentar la institución, adquirir el antiguo paso de misterio de la Quinta Angustia con la imagen de María Magdalena, y ejecutar un primer palio. Con todo, en 1957 su actividad se ve interrumpida de manera fulminante.
La entidad resurgirá alrededor del instituto de enseñanza media Maese Rodrigo gracias al esfuerzo de Fernando Villalba, coadjutor del templo y profesor de religión, y Celestino Méndez, su director. Con el apoyo de antiguos miembros y la pujanza de los estudiantes pudo procesionar el palio el Sábado de 1963. Desde entonces el crucificado verá la ciudad cada Lunes Santo sobre una canastilla realizada en el taller de carpintería del centro educativo, rematada y dorada en el obrador de Herrera y Feria, bajo diseño del profesor de dibujo Antonio Losa, a quien también corresponde la parte pictórica. Al año siguiente la Dirección General de Bellas Artes inició la restauración del templo que no concluirá hasta 1990 ya con la Junta como garante de su conservación.
Con la salida del hermano mayor en 1968 la hermandad se consolida y toma un nuevo carácter marcado por los preceptos de la doctrina vaticana. En este sentido, desde 1975 dispone el 10% del presupuesto para obras asistenciales, principalmente Cáritas y hermanas de la Cruz. Desde entonces también convoca cada año la Semana del Caballo y su concurso de doma vaquera, contando ya en su haber con un campeonato nacional y dos regionales, así como otro andaluz de alta escuela. A fines de la década, cuando el ajuar se ve incrementado, la corporación adquiere un inmueble vecino en el que eleva su propia casa hermandad.
La coronación de la virgen de Gracia en 1990 fue preparada con una misión que llevó a sus titulares a la ermita de san Antón. Desde entonces la entidad se encuentra fuertemente unida al vecindario volviendo con ocasión de importates efemérides. En los últimos tiempos su actividad ha sido frenética. A las nuevas reglas y sendos aniversario hay que sumar la Bienal de Arte Sacro, la acogida de niños bielorusos, la realización de sendos pasos y la restauración de sus imágenes.
SEÑOR DE LA AMARGURA
Es la talla más antigua de cuantas procesionan en la Semana Santa andaluza. En 1521 fue concertada por la fábrica parroquial con el escultor Jorge Fernández Alemán como parte del calvario de viga, corriendo su estofado a cargo de Juan Sánchez. En lo estilístico, se trata de un eslabón entre el gótico final y el renacimiento que se contempla en la sinuosidad de sus movimientos. Su iconología se resume en la última frase del tedeum dispuesta sobre el paño de pureza: «En ti Señor confié, no me veré defraudado eternamente». Durante el siglo XX ha sufrido dos restauraciones. La primera, de 1957, ejecutada por Francisco Buiza y se puede calificar de intervencionista al añadir ciertos elementos de nuevo cuño. La segunda, de 2010, fue realizada por el IAPH de modo científico.
MARÍA SANTÍSIMA DEL MAYOR DOLOR
En 1762 el vicebeneficiado José Fernández concerta con Benito Hita y Castillo la ejecución de una dolorosa de busto al modo granadino. Así permaneció en una hornacina bajo el Cristo de san Felipe hasta 1898 cuando se dispone sobre un precareo candelero. Si bien, es en 1925 y a fines de los años treinta cuando adquiere la configuración actual. La virgen del Mayor Dolor es la imagen de una mujer adulta de rostro dulce y gesto contenido. La leve inclinación de la cabeza y la concentración expresiva de su mirada son rasgos característicos de su autor.
CRISTO DE SAN FELIPE
Crucificado trecentista de tamaño académico. Sus primitivas formas, talla y calidades responden al estilo gótico pleno. Cristo en magestad sostenido por tres clavos, con un pesado faldellín y piernas flexionadas. Se le da culto, al menos, desde el siglo XVI, pero es en 1616 cuando se funda su extinta hermandad.
PASO DE MISTERIO
El Cristo de la Amargura cuenta con andas diseñadas por Manuel Guzmán Bejarano y ejecutada en el impás de los dos milenios. La obra, realizada en caoba de brasil, cuenta con elementos decorativos –cresterías, pináculos, florones– que responden al lenguaje del gótico flamígero. La profusa y minuciosa talla de canastilla, respiradero, hachones y maniguetasse completa con relieves e imágenes de Alfonso Berraquero policromadas en tonos oscuros.
PASO DE PALIO
En los años setenta del siglo XX se gestó la orfebrería según diseño de Francisco Fernández Burraco y cinceles de Hijos de Juan Fernández. Completada en una segunda etapa –1993-1997– en el mismo taller con jaras, candelería y faroles. En 2008 fue ampliado disponiéndose nuevas bambalinas, techo y manto que se encuentran en proceso de bordado en oro y sedas en el taller de Benítez y Roldán.
INSIGNIAS
La hermandad cuenta con su propio taller de bordados que nutre al cortejo de numerosas insignias. Singular resulta el relicario de santa Ángela de la Cruz que luce en la entrecalle del paso de palio.
En 1732 las nuevas ordenanzas gremiales obligan a los tejedores locales a pertenecer a la cofradía. Pero lo que en principio parece la solución perfecta para su continuidad, en 1817 –cuando estas entidades son un anacronismo– se convierte en su mayor lastre, debiendose aprobar un nuevo reglamento por el que se adminten todo tipo de vecinos con independencia del oficio. Bien es cierto que, en el ínterin, se habían sucedido el terremoto de Lisboa, que había dejado en ruina la parroquia, la consiguiente diáspora parroquial al convento de Madre de Dios en 1779, y su definitivo traslado, cinco años después, al templo del antiguo colegio jesuítico de san Teodomiro, a partir de ahora advocado del Divino Salvador.
Para entonces la corporación cuenta en la calle con un cortejo estable de tres pasos. El primero con la imagen cristífera y Pilatos asomados a una barandilla dorada, seguido de san Juan en su parihuela y la Virgen bajo palio de cajón con letras y guarnición de plata. Un grupo de nazarenos visten túnicas loberas, otros trajes de calle y, los menos, ropas perdoneras con el rostro descubierto. Su deambular era conocido por los cuantiosos ágapes con los que se agasajaba a los cargadores y los estruendosos vítores de su recogida, no sin queja de las autoridades civiles y eclesiásticas.
El paso de Fernando VII por Carmona en 1823 dejó tras de sí el nombramiento del monarca como hermano mayor perpetuo y, por consiguiente, la realeza corporativa. Con la desamortización eclesiástica la hermandad decayó quedando en suspenso durante el Sexenio Democrático, hasta aprobar reglamento de enterramiento en 1897 que funcionó como nueva regla. Durante la II República y la Guerra Civil no procesionó, y con anterioridad lo hacía de manera intermitente, unas veces la tarde de los Jueves y, desde fines de siglo, los Viernes.
Los años cuarenta del siglo XX supusieron su definitivo impulso. Desde entonces los nazarenos de capa blanca y capú morado procesionan cada Domingo de Ramos acompañando al Cristo de la Coronación, y los de antifaz verde iluminan el camino de la Esperanza. Hoy la hermandad cuenta con un grupo joven pujante unido a la devoción a san Juan y un nuevo titular, el Cristo de los Desamparados, que procesionará por primera vez la mañana del próximo Viernes Santo.
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Aunque se ha venido atribuyendo a Pedro Roldán, entendemos que, si bien se encuentra cercano a la órbita formal de este obrador, su ejecución debe retrasarse hasta los años 80 del siglo XVII. El reposo de la figura, la blandura de su anatomía, la falta de pathos en la expresión, los cabellos cerúleos, el leve contraposto, la pesadez de los paños y el pormenorizado juego de manos remiten a trabajos posteriores. Una realidad corroborada en la reciente restauración que puso de manifiesto la calidad su encarnadura recorrida por delicadas mortificaciones.
MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESPERANZA
La imagen dolorosa con la advocación de la Esperanza se incorporó a la cofradía a comienzos del siglo XVIII. Se trata de una obra de candelero cuyo busto ha sufrido cuantiosas modificaciones en las últimas décadas del siglo XX, siendo sus manos realizadas de nuevo cuño por el imaginero local Antonio Eslava. Retrata a una mujer joven de cuello esbelto y rasgos faciales pronunciados. Históricamente se acompaña, a veces bajo el mismo palio y otras en parihuela independiente, por una figura sanjuanista de la misma época y de buena factura, hoy también titular.
SANTÍSIMO CRISTO DE LOS DESAMPARADOS
Crucificado de comienzos del siglo XVIII procedente del colegio de san Teodomiro. Se sostiene sobre cuatro clavos, contrariamente al decoro iconográfico sevillano. Destaca en el desarrollo de su potencia anatómica y el juego de paños.
PASOS DE MISTERIO
Obra de talla realizada en 2006 por Manuel Montañez bajo diseño de José Manuel Bonilla en estilo neobarroco. En la actualidad se encuentra en proceso de ejecución de los relieves, obra de Mariano Sánchez del Pino, y de dorado y policromado, labor que realizan los Hermanos Caballero. Su parihuela calza 40 costaleros que soportan el peso de un misterio compuesto por el Ecce Homo, dispuesto en primer término, acompañado por imágenes de Eslava Rubio y Miguel Ángel Valverde, a saber, un sanedrita, dos soldados romanos y Poncio Pilatos sobre su propia sede. Este año vuelve a recuperarse, para la salida del crucificado, la urna anterior. Una pieza de cajón realizada en cedro con profusa talla de Eslava Rubio de 1945.
PASO DE PALIO
El conjunto actual es fruto de décadas de esfuerzo. Los respiraderos, obra de Andrés Contreras, fueron adquiridos a las Penas de san Vicente en 1937 y restaurados en los noventa por Antonio Pérez. Los varales se labraron en 1972 en Hijos de Juan Fernández y fueron remodelados por Villareal en 1998. Con la entrada del nuevo milenio se ha engrandecido con bambalinas y techo bordados por el taller de Benítez y Roldán, y tondo de Manuel Fernández.
INSIGNIAS
Destacan varias obras de bordado realizadas a partir de piezas dieciochescas como el senatus, el estandarte corporativo y el simpecado. Y otras de orfebrería como un juego de potencias cristíferas de 1667 o las dos coronas marianas, una de rocallas de la segunda mitad del siglo XVIII y la otra de 1976, obra de Antonio Santos