hermandad del

Santo entierro

Hermandad del Santo Entierro

Hermandad del Santo Entierro de Cristo Nuestro Señor, María Santísima de la Soledad y Santa Ana

Es la hermandad carmonense más joven de las penitenciales. Tiene origen en la parroquia de san Pedro, en el contexto del Concilio Vaticano II y a los pies del altar de la Soledad procedente del exconvento del Carmen. A fines de los años sesenta del siglo XX se compuso una comisión organizadora para la erección de una hermandad que venerara el Santo Entierro de Cristo, advocación de la que andaba falta el municipio desde el fin de la actividad de la cofradía carmelita cuyo espíritu se pretende reavivar.

Tras varios intentos de legalizar la situación, en 1971 el cardenal Bueno Monreal autoriza eclesiásticamente la organización, «a título de experiencia, y por un quinquenio», permitiendo concretar una primera junta de gobierno y la posibilidad de realizar un via-crucis la tarde del Sábado Santo por el interior del templo parroquial. Una realidad que se concreta, al principio, con el uso del Yacente del siglo XVI y la dolorosa carmelita. Al poco, se solicita a la Corporación Municipal la cesión del templo del exconvento dominico de santa Ana y sus dependencias aledañas, quien termina por cederla «en precario» en 1973 con obligación de su mantenimiento, comenzando inmediatamente las obras para su reconstrucción. Este mismo año Francisco Buiza entrega la nueva imagen de candelero de la virgen de la Soledad.

1975 será el año del cambio. Se concluyen las obras de la casa hermandad, se bendice la imagen de Cristo Yacente y José de Arimatea, y la autoridad eclesiástica permite realizar la primera estación de penitencia que tendrá lugar desde la parroquia de san Pedro con el acompañamiento del resto de hermandades. Conjunto que se vería completado al año siguiente con la adquisición a la hermandad sevillana de la O de su histórico paso de misterio. El traslado al exconvento es inevitable y en la Semana Santa de 1977 sus puertas se abrirán para dar paso al luctuoso cortejo que cuenta con la primera cuadrilla de hermanos costaleros de la localidad, contando con trabajaderas de estilo sevillano.

Desde 1980 la cofradía cuenta con la imagen de santa Ana enseñando a leer a la Virgen, conservada hasta entonces en la capilla del hospital de san Pedro, una nueva titular que supone un revulsivo para la entidad que empieza a celebra su onomástica con cultos, procesiones y veladas. La recuperación del templo, con caídas de la techumbre incluida, y la restauración del paso coparon gran parte de los objetivos de la corporación en los años siguientes. Mediada la década pasa su salida al Viernes haciéndolo, intermitentemente, desde el Salvador.

En 1995 dimite la Junta de Gobierno en bloque y la autoridad eclesiástica nombra una gestora. Hasta 1997, dada la penuria económica, no realiza estación de penitencia y, con una nueva directiva, vuelve a la normalidad justo para conmemorar el XXV aniversario fundacional. Con el nuevo milenio, en 2006, el Ayuntamiento hace acopio del espacio exclaustrado forzando su marcha a la parroquia de san Bartolomé. La vuelta al Sábado supone un nuevo impulso para la hermandad que ve aumentar el cortejo con la presencia del resto de corporaciones penitenciales. Una imagen de María Magdalena, el proyecto de una nueva sede y la gestación de un futuro palio, que ya cuenta con candelería, han marcado el devenir de estos últimos años.

SANTÍSIMO CRISTO NUESTRO SEÑOR YACENTE

Cuando la hermandad encarga a Francisco Buiza la ejecución del misterio, éste aceptó con agrado por tratarse de un pasaje que permite gran plasticidad y porque su destino era su ciudad natal, donde no contaba con ninguna obra cristífera. Para la concepción del conjunto tuvo en mente el relieve del enterramiento contenido en la predella del retablo del Cristo de los Martirios de la Prioral, una labor plateresca atribuida Roque Balduque. Disponiendo lo mejor de la técnica y la inventiva que había acumulado en su prolífica carrera, entregó en 1975 el Yacente y José de Arimatea. Si bien, nunca llegaría a concluir su labor al sobrevenirle la muerte poco después de entregar a Nicodemo.

El titular de la hermandad es un cadáver corpulento que exhibe su fortaleza sin marchitar, con las extremidades aún tensas y la musculatura y la circulación sanguínea marcadas, como si la muerte no hubiese hecho estragos. El rostro, de nariz prominente, barba bífida, dentadura tallada y trabajo capilar menudo, deja patente el conocimiento y estudio de la labor de Juan de Mesa. Y la policromía, de tendencia verdosa y copiosa sangre, recuerdan su afiliación al obrador de Sebastián Santos y sus fórmulas magistrales.

MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD

La primera imagen en propiedad de la hermandad fue la virgen dolorosa, quizás por la necesidad del revival de la antigua Soledad. La obra de candelero fue entregada por Francisco Buiza en 1973. Como es de común en las vírgenes del tallista, su busto es de gran porte y representa a una mujer joven e inmaculada, con la boca entreavierta, lágrimas de importante presencia, la mirada perdida y manos expresivas, retorcidas con tensión y marcada por hoyuelos.

SANTA ANA

Santa Ana sedente enseñando a leer a la Virgen niña es un conjunto rococó de escuela sevillana. De gran movimiento en sus ropajes, cuenta con un suntuoso estofado y policromía profusa, y se completa con apósitos de plata coetáneos.

PASO DE MISTERIO

Este conjunto fue realizado para la hermandad trianera de la O y cuenta en su haber con ser el primer paso que atravesó el Guadalquivir a través del puente de barcas, en 1830. Su construcción tuvo lugar la década anterior en estilo tardobarroco, periodo al que pertenece la canastilla de perfil abombado con  cabezas ocas, cuernos de la abundancia, hojarasca, ramas de laurel y cartelas acarreadas de una urna anterior. La pieza tuvo una reforma integral en 1880 cuando se amplía en su parte central y se endereza su colocación. Y se complementa con respiraderos a fines de dicha centuria. Fue adquirido en 1977, siendo restaurado, dorado y habiéndose dispuesto nuevos tondos de tema local.

INSIGNIAS

Destacan el simpecado, obra de 1991 realizada en terciopelo burdeos con bordados de un grupo de hermanos, y la cruz de guía realizada en taracea por Manuel Villalba Paredes un año antes.